“El Gobierno Nacional considera como su deber principal revivificar en la nación el espíritu de unidad y cooperación. Preservará y defenderá aquellos principios básicos por los cuales fue edificada nuestra nación. Considera la Cristiandad como la fundación de nuestra moralidad nacional, y la familia como la base de la vida nacional”. Adolf Hitler.

domingo, 13 de marzo de 2011

EL FASCISMO ITALIANO Y LA IGLESIA CATÓLICA


Eugenio María Giovanni Pacelli, Papa Pío XII Benito Mussolini
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Benito Mussolini gobernó Italia (1922-1943) y la República de Saló (1943-1945). La Iglesia Católica permitió que Benito Mussolini disolviera el Partido Popular (Católico), dirigido por Monseñor Luigi Sturzo, que percibía como un obstáculo en la relación de la Iglesia Católica y el Fascismo Italiano y el poder del Duce. En (1932), Benito Mussolini recibe de manos del Papa, la Orden de la Espuela de Oro, que es la más alta distinción concedida por el Estado Vaticano.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 

Los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses firmados el (11 de febrero de 1929) proporcionaron el reconocimiento mutuo entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede. Los Estados Pontificios, en los que había gobernado el Papa hasta (1870), habían sido absorbidos en el proceso de Reunificación italiana y, como consecuencia de ello, el Papa y la Santa Sede habían quedado sometidos a la soberanía italiana. En los acuerdos de (1929), se restauraba el carácter de Estado Soberano para una porción territorial de Roma y, por ende, para la Iglesia Católica. Los pactos de Letrán fueron negociados entre el Secretario de Estado (Cardenal Pietro Gasparri) en nombre de la Santa Sede y el Primer Ministro Italiano (Benito Mussolini), en nombre del Rey Víctor Manuel III.

Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 

Existen 3 Pactos de Letrán diferentes:

* Un pacto que reconoce la independencia y soberanía de la Santa Sede y que crea el Estado de la Ciudad del Vaticano.
* Un concordato que define las relaciones civiles y religiosas entre el gobierno y la iglesia en Italia, y que se resume en el lema «Iglesia Libre en Estado Libre».
* Una convención financiera que proporciona a la Santa Sede una compensación por sus pérdidas en (1870).

Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 

A través de los Pactos de Letrán, el Papa acordó enviar a los candidatos para el Obispado y el Arzobispado al Gobierno de Italia, requerir a los Obispos que jurasen lealtad al Estado de Italia antes de tomar el cargo y prohibir al clero católico tomar parte en la política. Italia acordó acomodar las leyes sobre el matrimonio y el divorcio a las reglas de la Iglesia Católica Romana y declarar a los miembros del clero católico exentos de tomar parte en el servicio militar obligatorio. Estos Pactos de Letrán garantizaron a la Iglesia Católica Romana el estatus de Iglesia Oficial del Estado de Italia, así como un poder sustancial en el sistema educativo italiano.


Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 

Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 

Benito Mussolini y la Iglesia Católica durante los Pactos de Letrán o Pactos Lateranenses. 


Sacerdotes Católicos Italianos haciendo el saludo fascista.

Fascismo Católico Italiano.

Fascismo Católico Italiano.





3 comentarios:

  1. En la Italia fascista, el 11 de febrero de 1929, Mussolini y el cardenal Gasparri firmaron el tratado lateranense que convirtió a la Ciudad del Vaticano en estado soberano. El papa Pío XI afirmó que había “puesto de nuevo a Italia en manos de Dios y puesto a Dios de nuevo en Italia”. ¿Era verdad eso? ¿Qué sucedió seis años después? El 3 de octubre de 1935, alegando que Abisinia era “un país bárbaro que todavía practica la esclavitud”, Italia invadió a aquella nación. ¿Quién estaba en realidad obrando bárbaramente? ¿Condenó la Iglesia Católica la barbaridad de Mussolini? Mientras el papa hacía comentarios ambiguos, sus obispos se hicieron muy expresivos bendiciendo a las fuerzas armadas de su “patria” italiana. En el libro The Vatican in the Age of the Dictators (El Vaticano en la era de los dictadores), Anthony Rhodes informa: “En su Carta Pastoral del 19 de octubre [de 1935] el obispo de Udine [Italia] escribió: ‘No es ni oportuno ni apropiado que nosotros decidamos qué hay de correcto o qué de incorrecto en este caso. Nuestro deber de italianos, y, más aún, de “cristianos”, es contribuir al éxito de nuestras armas’. El obispo de Padua escribió el 21 de octubre: ‘En las horas difíciles que vivimos, les pedimos que tengan fe en nuestros estadistas y en nuestras fuerzas armadas’. El 24 de octubre el obispo de Cremona consagró varias banderas de regimientos y dijo: ‘Bendiga Dios a estos soldados que conquistarán nuevas y fértiles tierras para el genio italiano en suelo de África, llevando así a ellas la cultura romana y cristiana. Que Italia se convierta de nuevo en el mentor cristiano de todo el mundo’”. Abisinia fue ultrajada, con la bendición del clero católico romano. ¿Pudieran, en sentido alguno, alegar aquellas personas que, como el apóstol Pablo, estaban ‘limpias de la sangre de todo hombre’? (Hechos 20:26.)

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  2. EL FASCISMO ITALIANO Y LA IGLESIA CATÓLICA.-
    El término “fascismo” viene de la palabra italiana fascio y hace referencia a un antiguo símbolo romano de autoridad, llamado fasces en latín. Las fasces consistían en un haz de varas de madera del que emergía la cabeza de un hacha, símbolo apto de la unidad del pueblo bajo la suprema autoridad del Estado.
    Aunque algunas raíces del fascismo se remontan al tiempo de Nicolás Maquiavelo, no fue sino hasta 1919, es decir, cuatrocientos cincuenta años después de su nacimiento, que Benito Mussolini utilizó por primera vez la palabra. Maquiavelo afirmaba que la corrupción política de su día solo podía vencerse mediante un gobernante autoritario, que ejerciese el poder de forma implacable, pero con prudencia.
    Para que un gobierno fascista sea efectivo necesita un líder fuerte, oportunista y carismático. En consonancia con eso, tanto a Mussolini como a Hitler se les distinguía simplemente como “el líder”: il Duce y der Führer respectivamente.
    El fascismo eleva al Estado por encima de toda autoridad, sea civil o religiosa. El jurista francés del siglo XVI Jean Bodin, el filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes y los filósofos alemanes de los siglos XVIII y XIX Johann Gottlieb Fichte, Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Heinrich von Treitschke, todos glorificaron al Estado. Hegel enseñaba que el Estado ocupa una posición de supremacía y que el deber supremo del individuo es convertirse en su leal apoyador.
    Todo gobierno, por naturaleza, tiene que ejercer autoridad. Pero los estados fascistas están organizados para ejercerla a grado máximo, exigiendo obediencia ciega. Treitschke, que consideraba que las personas eran poco más que esclavos del Estado, dijo: “No importa lo que uno piense, siempre y cuando obedezca”. En consonancia, el fascismo reemplazó el grito “libertad, igualdad, fraternidad” que se oía durante la Revolución francesa, con la consigna italiana “creer, obedecer, luchar”.

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  3. “Grandes fallos morales de la historia”
    “El historial del Vaticano en relación con el Holocausto constituye uno de los grandes fracasos morales de la historia, del que la propia Iglesia Católica todavía está por recuperarse”, escribe el columnista James Carroll en The Boston Globe. En apoyo de su acusación enumera las siguientes referencias históricas: “1929: el Tratado de Letrán entre Mussolini y Pío XI garantiza libertad y dinero para el Vaticano y ofrece a Mussolini el prestigio que necesitaba. [1933]: el Vaticano firma un concordato con Hitler, lo que supone su primer éxito internacional. [...] 1935: Mussolini invade Abisinia. Los obispos católicos bendicen las tropas italianas [...] 1939: Mussolini termina con los derechos de los judíos en Italia. El Papa guarda silencio. [...] 1942: el Papa recibe noticias de los capellanes italianos sobre el exterminio de los judíos. En su mensaje de Navidad lamenta la suerte de la ‘gente desafortunada’ que es asesinada por causa de su raza, pero no menciona a Hitler, Alemania o los campos de la muerte. Tampoco esta vez se utiliza la palabra ‘judío’. [...] 1943: los alemanes comienzan la caza de judíos en Italia, incluso en Roma, cerca del Vaticano. El Papa continúa en silencio”.
    ¿Se arrepiente la Iglesia Católica?
    En una carta enviada a los cardenales católicos, el fallecido papa Juan Pablo II exhortó a la Iglesia a reconocer los errores cometidos “por sus hombres, en su nombre”, y la anima a arrepentirse. También admite que los “métodos coercitivos, lesivos de los derechos humanos”, que empleó la Iglesia “fueron utilizados más tarde por las ideologías totalitarias del siglo XX”, comentó el periódico romano La Repubblica. Pero ¿de qué tiene que arrepentirse la Iglesia Católica? “De muchas cosas —asegura Marco Politi, comentarista sobre asuntos del Vaticano—. De la caza de brujas, de enviar herejes a la hoguera, de amenazar con la tortura a científicos y librepensadores, de prestar apoyo a regímenes fascistas, de llevar a cabo matanzas en el Nuevo Mundo bajo el signo de la cruz”, sin mencionar “el hecho de considerarse a sí misma la sociedad perfecta, dueña del poder absoluto sobre las conciencias”, y “de creer, en cierto momento de su historia, que el Papa era el vicario de Cristo, lo que supone una blasfemia teológica”.

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